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Tony Blair, posible futura autoridad en Gaza, respaldó el plan de Trump: «Es la mejor oportunidad para terminar la guerra»

El ex primer ministro británico Tony Blair expresó su apoyo al plan propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para poner fin a la guerra en Gaza, al que calificó como “la mejor oportunidad” para lograr un cese definitivo de las hostilidades, garantizar la seguridad de Israel y abrir un horizonte de reconstrucción para la población palestina.

En su primera declaración pública sobre el tema, Blair afirmó que la iniciativa norteamericana, que lo contempla como parte de un consejo asesor internacional presidido por Trump, “es un plan audaz e inteligente que, si se acuerda, puede acabar con la guerra, traer un alivio inmediato a Gaza, ofrecer una oportunidad de un futuro más brillante y mejor para su gente, al tiempo que asegura la seguridad absoluta y duradera de Israel y la liberación de todos los rehenes”.

Según el ex mandatario británico, “este plan nos ofrece la mejor oportunidad para poner fin a dos años de guerra, miseria y sufrimiento. Agradezco al presidente Trump por su liderazgo, determinación y compromiso”. Blair destacó especialmente la decisión del mandatario estadounidense de encabezar personalmente la llamada “Junta de la Paz” que supervisará la administración transitoria de Gaza: “Es una señal enorme de apoyo y confianza en el futuro de Gaza, en la posibilidad de que israelíes y palestinos encuentren un camino hacia la paz y en el potencial para una alianza regional y global más amplia que enfrente a las fuerzas del extremismo y promueva la prosperidad entre las naciones”.

Una administración transitoria para Gaza.

La Casa Blanca respalda un esquema en el que Blair asumiría un rol central como jefe de una autoridad internacional de transición en la Franja, denominada Gaza International Transitional Authority (GITA). Este organismo tendría un mandato de hasta cinco años y funcionaría como la “máxima autoridad política y legal” del enclave, con la misión de estabilizar la situación tras el conflicto y garantizar que el territorio no vuelva a ser controlado por Hamás.

De acuerdo con reportes de Haaretz y The Times of Israel, el plan está inspirado en precedentes como Timor-Leste y Kosovo, donde administraciones internacionales supervisaron la transición hacia nuevas estructuras políticas. Inicialmente, la GITA podría establecerse en la ciudad egipcia de El-Arish, próxima a Gaza, y luego trasladarse al enclave acompañada por una fuerza multinacional de mayoría árabe con aval de Naciones Unidas.

La administración estaría compuesta por un secretariado de hasta 25 personas y una junta de entre siete y diez miembros, que incluiría al menos un representante palestino, un alto funcionario de la ONU, expertos internacionales y una fuerte representación de países musulmanes. Cinco comisionados supervisarían áreas clave: ayuda humanitaria, reconstrucción, legislación, seguridad y coordinación con la Autoridad Palestina.

Controversias y apoyos.

La posibilidad de que Blair encabece este proceso genera posiciones encontradas. El ex primer ministro, que fue enviado especial para Medio Oriente hasta 2015, mantiene relaciones sólidas con varios líderes del Golfo, pero es visto con desconfianza por muchos palestinos que lo responsabilizan de frenar sus aspiraciones estatales y lo asocian con su respaldo a la invasión estadounidense de Irak en 2003.

Diplomáticos occidentales advirtieron que aún no es un hecho consumado que Blair lidere la administración, y sugirieron que su mandato podría durar solo dos años. Además, subrayaron que cualquier transición está vinculada directamente a un acuerdo de cese del fuego y a la liberación de todos los rehenes en manos de Hamás.

El plan de Washington emerge como una alternativa intermedia entre la llamada “Declaración de Nueva York”, aprobada recientemente en la ONU por más de 140 países, que propone una administración tecnocrática de un año bajo control palestino, y los planteos iniciales de Trump de permitir que Estados Unidos e Israel “tomaran el control” de Gaza.

Si bien el proyecto de la ONU prevé una transferencia más rápida del poder a la Autoridad Palestina reformada, el esquema de la Casa Blanca introduce un horizonte temporal más largo y coloca a Blair en el centro de la transición, algo visto como un gesto tranquilizador para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Reacciones internacionales.

Por su parte, el presidente francés Emmanuel Macron busca articular una convergencia entre el plan de la Casa Blanca y la Declaración de Nueva York, intentando asegurar que la transición incluya un horizonte político claro hacia la formación de un Estado palestino.

Los países árabes han reiterado que su disposición a participar de una fuerza de paz internacional depende de que exista una hoja de ruta inequívoca hacia la autodeterminación palestina. Sin embargo, algunos consideran que la propuesta liderada por Blair puede interpretarse como una ocupación más “benigna” que la actual, sin garantizar realmente un desenlace estatal para los palestinos.

Un tablero abierto.

Con Blair en escena y Trump al frente de la “Junta de la Paz”, el futuro inmediato de Gaza se debate entre proyectos en pugna: uno que busca acelerar el retorno de la administración a manos palestinas bajo supervisión internacional, y otro que, sin descartar ese destino, propone una etapa prolongada de tutela externa con un papel central para líderes occidentales y árabes.

En palabras de Tony Blair, se trata de la “mejor oportunidad” de poner fin a la guerra y construir un futuro distinto para Gaza. Resta saber si los actores locales y regionales estarán dispuestos a apostar por ella.

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