Diario Nova

Guillermo Michel: “El contador del poder”

Desde Gualeguaychú hasta los salones del poder económico nacional, Guillermo Michel representa un tipo de funcionariado que se mueve como sombra implacable. Ahora aparece en grandes fotografías, pero su huella indeleble viene de años y está en las empresas, los permisos, los vuelos aprobados, las Aduanas que nunca fiscalizan. Aquí está la historia del contador que ascendió al mando, rodeado de redes societarias y alianzas que protegen la opacidad.

Origen humilde, ambición afilada.

Michel nació en Entre Ríos, formó su carrera en contabilidad y derecho tributario. Adoptó rol técnico desde joven, lejos del protagonismo político, haciendo carrera en estudios y despachos contables locales. Pero nunca hizo pública su vasta fortuna ni exhibió chalets ostentosos. Ese silencio le fue útil.

Su ascenso comenzó al entrar en la órbita de la AFIP, donde demostró no solo conocimiento técnico, sino lealtad política. Fue escalando hasta llegar a ser mano derecha de Ricardo Echegaray, con acceso directo a decisiones críticas del aparato recaudador.

La red familiar de empresas: el mapa opaco.

Entre 2003 y 2007, mientras todavía no tenía brillo público, Michel comenzó a incorporar su red corporativa:

  • Fundó o integró sociedades como Vitiflor Management, Altamira, Viña Los Dassos, Panza Verde, Realman, WM Zurich, NP Fotografía, entre otras.
  • Todas esas empresas tienen algo en común: fueron constituidas por las mismas firmas legales (Ana C. Palesa, Sara C. Hurovich), con trámites cruzados, domicilios compartidos y conexiones con otros actores del sistema aduanero.
  • Sus socios, colaboradores y testaferros operaron en ese mismo circuito. La duplicidad de figuras —Michel, Hurovich, Palesa— generó una red donde las sociedades parecen engranajes intercambiables de un mismo motor de poder.
  • Esa red extendida permitió que empresas con pasado anónimo devinieran en actores con acceso a contratos estatales o permisos de importación privilegiados, sin el filtro de la transparencia.

El salto decisivo: Ciccone y el uso del Estado como coartada.

Cuando estalló el escándalo Ciccone en 2012, Michel estaba en un momento estratégico: suficientemente relevante pero aún opaco al público. La expropiación de Ciccone fue una operación sucia de altísimo voltaje político.
Michel fue designado como interventor del ente intervenido, portavoz de AFIP ante tribunales, responsable de defender el expediente sucio. No tenía que ir preso: estaba del lado del Estado.

Mientras los grandes caían por coimas, Michel aseguraba que el silencio institucional gobernara. Su rol no fue menor, aunque nunca apareció como imputado: manejó el escenario de crisis desde dentro.

Máxima exposición: Massa, Aduana y SIRA bajo su mando.

La cumbre de su poder fue su llegada al sitio estratégico: la Dirección General de Aduanas, con Massa al frente del escenario económico nacional. Fue una designación política con sabor de aplauso interno: Michel no solo era leal, sino articulador del nuevo sistema de importaciones.
Desde esa posición:

  • Se controló quién importaba al dólar oficial —el SIRA/CIRA—, con criterios opacos, demoras selectivas o agilizaciones discrecionales.
  • Se denunció la importación de aviones por más de US$ 250 millones aprobados sin controles claros. Michel, junto con Massa, figura en esa causa.
  • Bajo su gestión la Aduana acumuló denuncias, multas, decomisos y subastas espectaculares… pero nunca se filtró su patrimonio verdadero.
  • Su exposición fue total: entrevistas, balances públicos, operaciones millonarias declaradas. Pero las piezas más delicadas (cuentas, bienes, sociedades extraterritoriales) quedaron fuera del foco mediático.

El juicio mediático pendiente.

Michel acumula denuncias:

  • Diputados de Elisa Carrió exigieron que la OA investigue su paso por AFIP/Aduana, su uso de inspecciones como herramienta política y su red societaria.
  • La causa de aeronaves lo expone junto a Massa en una maniobra de contrabando disfrazado de importación.
  • Pero muchas acusaciones nunca avanzaron: no fue imputado en Ciccone, no tiene condenas por enriquecimiento, no hay pruebas públicas de su fortuna real.

En este país donde la impunidad se maquilla de legalidad, Michel es un ejemplo funcional: muchas operaciones oscuras dentro del Estado, pocas luces que lo toquen.

El contador del poder invisible.

Guillermo Michel encarna el modelo perfecto del funcionario silencioso y funcional. Ni héroe ni villano visible, sino el mecanismo técnico que sostiene el sistema: el que firma permisos, autoriza vuelos dudosos, controla fronteras imaginarias.

Su red de sociedades, su rol en Ciccone, su ascenso con Echegaray, su blindaje bajo Massa y su absoluta ausencia patrimonial pública son la prueba de que, en la Argentina del poder paralelo, el más peligroso no es el más visible, sino el que trabaja en las sombras.

El poder detrás del silencio.

Desde su irrupción en la escena política, Michel ha sido señalado por múltiples dirigentes como parte de una estructura que combina poder económico, información privilegiada y acceso directo al corazón del Estado. Su cercanía con sectores vinculados al control de datos y su despliegue mediático y financiero alimentan esa sospecha.

Los vuelos privados, las operaciones millonarias y el financiamiento político que rodea su figura hablan de un poder que excede el cargo: el de quien maneja la información y el dinero a la vez.

El resultado es un modelo de control donde el Estado se convierte en herramienta personal, y el funcionario, en su custodio más oscuro.

Con información como fuente la Caldera.

Relacionadas

Avanza la ampliación de la desembocadura del Canal Clavarino: se hicieron la calzada y la vereda

Nova

YPF firmó un acuerdo clave con ENI para Vaca Muerta por 30 mil millones de dólares

Nova

Javier Milei confirmó que la empresa creadora de ChatGPT invertirá 25 mil millones de dólares en Argentina

Nova