Escándalo en la Bonaerense.Desde prisión, le dio órdenes a la Policía como si fuera el juez federal. En uno de los engaños, una agente fue violada. Un comisario perdió el puesto.
El caso tiene ribetes novelescos, con tintes de realismo mágico. Pero es bien concreto: provocó un cimbronazo y se llevó puesto al jefe de la seccional de Lincoln, a 300 kilómetros de Capital. Tan solo aprovechando sus dotes de estafador y con un teléfono celular, un preso que hoy está detenido en Sierra Chica logró que un grupo de policías creyera que estaba recibiendo órdenes de un juez federal. No solo eso: siguiendo las directivas del supuesto magistrado, enviaron a una agente recién recibida a hacer “tareas de inteligencia” que derivaron en abusos sexuales varios.
Todo era un engaño, pero cuando se descubrió ya era demasiado tarde. El protagonista de la trama fue identificado por fuentes de la investigación como Jorge Celentano Arce (48), quien antes de ser trasladado a Sierra Chica como consecuencia de este caso estaba detenido en la cárcel de Junín. Su profesión: extorsionador.
Según se precisó en el expediente, el 11 de octubre pasado Celentano llamó desde el penal a la comisaría de Lincoln haciéndose pasar por el juez federal Norberto Oyarbide. Dijo que necesitaba “personal femenino” para una investigación sobre narcotráfico. La agente actuaría de encubierto, indicó, y se reuniría con distintos “informantes” que le darían datos sobre una banda.
De acuerdo a las instrucciones del impostor, además de mantener estos encuentros la agente debía llevarle mercadería (ropa y otras cosas) a un hombre que estaba preso y que estaba colaborando en la investigación. El recluso, obviamente, no era otro que Celentano.
La oficial que pedía el falso juez debía tener determinadas características: sobre todo, ser joven y linda. Para reforzar la orden, el extorsionador volvió a llamar a la comisaría haciéndose pasar por un secretario del ministro de Seguridad Bonaerense, Alejandro Granados. Fue así como, insólitamente, logró que los policías le creyeran y designaran a una agente novata con poca experiencia para cumplir con las órdenes.
A partir de ese momento, el falso Oyarbide comenzó a instruir a la incipiente agente para interiorizarla en el caso. Antes que nada le pidió, por ejemplo, que le mandara fotos a su celular para conocerla. Y también le indicó cómo debía vestirse para encontrarse con cada uno de sus “informantes”.
La trampa estaba en marcha.
Pero surgió un problema: los datos que darían estos “informantes” o “buchones” requerían a cambio favores sexuales. La dinámica de estos encuentros implicaría una complejidad que todavía está siendo investigada y que aún tiene cabos sueltos. Lo que sí está claro es que el engaño fue posible gracias a cierta vulnerabilidad de la víctima y a la negligencia de sus jefes.
¿En qué constaba el engaño? El extorsionador, siempre desde la cárcel, coordinaba con agencias de remises para que pasaran a buscar a la mujer policía por algún punto. El auto también debía tener ciertas características, como por ejemplo, vidrios polarizados. A su vez, Celentano adoctrinaba a los choferes sobre qué decirle a la agente: esa era la presunta información encriptada que haría caer los narcos.
Al momento de concretarse la reunión con “el buchón”, la policía tenía que dejar su teléfono abierto para que el preso pudiera escuchar del otro lado de la línea lo que estaba sucediendo. Lo que escuchaba eran esos favores sexuales que pedían los “informantes” a cambio de dar datos.
Así, según fuentes de la investigación, hubo al menos cinco encuentros entre la oficial y los falsos delatores. En tres, el sexo fue simulado. Uno se pasó del límite hasta llegar al abuso simple. Pero en un quinto episodio todo escaló hasta una violación.
Fue entonces cuando la víctima le contó todo a su jefe y el caso llegó a la Justicia de Junín.
En paralelo, el verdadero juez Oyarbide había hecho ya una denuncia porque se había enterado de que alguien estaba haciéndose pasar por él. Y a partir de la causa por la violación de la oficial, también se involucró Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad, que pasó a disponibilidad al jefe de la comisaría de Lincoln.
Al preso le intervinieron los teléfonos y, cuando lo trasladaron al penal de Sierra Chica, requisaron su celda. Le secuestraron dos celulares y parte de la mercadería que la oficial y otras víctimas de extorsión le habían llevado al penal.
No es el primer caso adjudicado al preso. Celentano habría hecho engaños similares en Pergamino, Luján, Junín, San Martín y Caseros: llamaba a la Policía haciéndose pasar por juez o funcionario de Seguridad. Por eso, además del de Lincoln hay otros tres comisarios que ya fueron pasados a disponibilidad por haber caído en distintas trampas.
La causa de la oficial violada en Lincoln fue uno de los hechos más graves de los que tiene en carpeta Vanina Lisazo, titular de la Fiscalía de Trata y Delitos Conexos de Junín, a cargo del caso.
“Es un extorsionador profesional y tiene antecedentes similares en otras provincias, como Entre Ríos o Santa Fe, y en otros pueblos bonaerenses”, detalló un vocero oficial. “La decisión de pasar a los policías a disponibilidad tuvo que ver con que evidentemente no se cuidó la cadena de mandos y hubo algún tipo de irresponsabilidad en la protección del personal”.
Una de las últimas llamadas que hizo el falso juez fue a un fiscal de Rufino, que no llegó a caer en el engaño. Hoy, Celentano está acusado de extorsión y abuso sexual en carácter de participe necesario, entre otros delitos.